El Futuro del Café en Latinoamérica: Aprendiendo de la Industria del Vino

La industria del café en Latinoamérica ha experimentado un crecimiento significativo en los últimos años, impulsado por la creciente demanda de cafés de especialidad. Sin embargo, a pesar de este auge, hay prácticas y lecciones que la industria del café puede adoptar de otras industrias, como la del vino, que llevan siglos perfeccionando sus procesos.

Al observar la sofisticación del sector vinícola, especialmente en lo que respecta a la fermentación controlada, el uso de microorganismos específicos y la exportación de productos terminados, se abre una ventana de oportunidad para transformar la forma en que el café es producido y comercializado en nuestra región.

El poder de los recipientes de fermentación controlada

Una de las áreas en las que la industria del café tiene mucho que aprender es en el control de la fermentación. En la producción de vino, los recipientes en los que se lleva a cabo la fermentación juegan un papel crucial en la definición del perfil sensorial del producto final. Por ejemplo, cuando el vino se fermenta en biorreactores de acero inoxidable, se obtienen sabores más brillantes, con una acidez pronunciada y notas afrutadas. Por otro lado, cuando se utiliza la madera como recipiente, el vino tiende a desarrollar perfiles más robustos, con notas a vainilla y chocolate.

En la industria del café, aún no se ha explotado completamente este nivel de control sobre la fermentación. Aunque algunos productores han empezado a experimentar con diferentes tipos de recipientes, como tanques de concreto o plástico de grado alimenticio, hay mucho camino por recorrer para entender cómo cada material afecta el sabor final del café. Al igual que en la vinificación, el control de variables como el pH, los grados Brix (que miden la concentración de azúcar en el líquido) y la temperatura durante la fermentación son aspectos clave que pueden ofrecer perfiles de sabor únicos y diferenciados.

En la medida en que más fincas cafetaleras adopten esta práctica, será posible crear cafés con perfiles sensoriales únicos, lo que no solo aumentará su valor en el mercado internacional, sino que también permitirá a los productores destacar en un mercado cada vez más competitivo.

Selección de microorganismos: el secreto detrás de los grandes sabores

Otro aspecto en el que la industria del café puede beneficiarse al aprender del vino es en la selección de microorganismos para la fermentación. Los grandes viñedos del mundo han invertido años en cultivar y perfeccionar sus propias cepas de levaduras y bacterias, las cuales son responsables de los sabores específicos que caracterizan a sus vinos. Estos microorganismos son tan valiosos que muchos viñedos los consideran un secreto industrial.

En el mundo del café, este tipo de prácticas aún no está generalizado. Aunque algunos productores han comenzado a establecer laboratorios de microbiología en sus fincas para analizar y seleccionar levaduras específicas que les permitan producir sabores consistentes y únicos, esta es una tendencia que apenas está en sus primeras etapas. Cuando más productores empiecen a identificar y cultivar sus propios microorganismos, la industria del café podrá ofrecer productos más consistentes y de mayor calidad, lo que, sin duda, será un punto de inflexión para el sector.

Un café que ha sido fermentado con microorganismos específicos y seleccionados cuidadosamente no solo ofrecerá sabores únicos, sino que también brindará una repetibilidad en los procesos de producción que hoy en día falta en muchas fincas.

Actualmente, es común escuchar a los caficultores decir que lograron una taza excepcional, pero sin saber exactamente cómo replicar ese proceso en el futuro. Esto es algo que la industria del vino ya ha resuelto, y que el café debe adoptar si quiere competir en los más altos estándares de calidad.

El reto de exportar productos terminados

Uno de los mayores desafíos que enfrenta la industria del café en Latinoamérica es la exportación de productos terminados.

A diferencia del vino, donde los productores jamás exportarían las uvas para que otro país produzca el vino, la industria del café sigue exportando la mayor parte de su producto en grano verde, dejando que otros países realicen la tostión y el procesamiento final.

Esto no solo reduce el valor que los países productores pueden obtener por su café, sino que también impide que se desarrolle una industria local sólida alrededor del café como producto terminado.

Si los países productores invirtieran en la transformación del café dentro de sus propias fronteras, tostando y empacando el producto antes de exportarlo, podrían generar un mayor desarrollo económico, creando empleos y reteniendo más valor dentro de sus economías. Esto no solo tendría un impacto positivo en las comunidades cafetaleras, sino que también permitiría que los países productores posicionaran su café en el mercado internacional como un producto terminado de alta calidad, similar a lo que hace la industria del vino.

Este cambio, sin embargo, no será fácil ni rápido. Requiere una inversión significativa en infraestructura, tecnología y conocimiento. Los productores de café deben aprender a tostar su propio producto, y deben hacerlo de manera consistente para resaltar los sabores y perfiles que han trabajado tanto en desarrollar durante el proceso de cultivo y fermentación. Además, será necesario educar a los consumidores para que reconozcan y aprecien el valor de un café tostado en origen, tal como lo hacen con el vino.

Un nuevo horizonte para la industria del café

Si la industria del café en Latinoamérica quiere seguir siendo competitiva y aprovechar las oportunidades que ofrece el mercado global, debe mirar más allá de las prácticas tradicionales. Adoptar las lecciones aprendidas de la industria del vino, desde el control de la fermentación hasta la selección de microorganismos y la exportación de productos terminados, es una estrategia que podría transformar el sector y generar un valor económico significativo para los países productores.

El café, como el vino, es un producto con un profundo valor cultural y económico, y merece ser tratado con el mismo nivel de sofisticación. Los avances en la tecnología de producción de café, junto con un enfoque más científico y controlado de la fermentación y la selección de microorganismos, abrirán nuevas puertas para los caficultores, permitiéndoles competir en los mercados internacionales con productos que no solo sean de alta calidad, sino que también reflejen el terroir y la identidad única de cada región.

Al adoptar una mentalidad más innovadora y avanzada en la exportación de productos terminados, los países productores de café podrán asegurar un futuro más próspero y sostenible para sus comunidades, transformando la economía del café desde sus raíces. El camino hacia esta transformación puede ser largo, pero los beneficios serán incalculables.

¿Tú que opinas?

Que tengas un excelente día y por supuesto que tengas muy felices cafés.

 

Juan Felipe Jaimes Vasquez

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