Jóvenes caficultores, la nueva visión

Mucho hemos oído hablar de la importancia del empalme generacional de la caficultura en Latinoamérica.

Poco se habla de qué hacer para acercar a los jóvenes caficultores a los clientes finales y cómo acortar la cadena de intermediación que existe entre el cultivo y la taza final.

 

Este fin de semana estuvimos compartiendo con Ventola Coffee, Unblended coffee,  Goodman coffee roasters y un grupo de jóvenes caficultores de Santa Barbara, Urrao y Andes (municipios de Antioquia -Colombia). Con los que conversamos acerca de la importancia de dar a conocer al mundo su historia.

Fue una jornada llena de emotividad y sobre todo de transferencia de conocimiento de los tostadores a los caficultores, se revisaron modelos y estrategias de negocio para caficultores.

La actividad fue dirigida por una experta en emprendimiento y start ups. Lo más valioso, fue el manifiesto de los jóvenes caficultores, escrito por Clara Arroyave.

Quien es capaz de transmitir en pocas palabras lo que representa el café para los jóvenes caficultores, aquí se los dejo:

 

Manifiesto de jóvenes caficultores

Soy Clara, soy Valeria, soy Byron, soy David y soy Mónica.

No sé cuántos años tienes, no sé si es la primera vez que tomas el café que todos los días cultivo.

Aunque no nos conocemos ya tienes una parte de mí en tus manos.

Mi espíritu, mi energía y mis sueños están en cada sorbo. Disfrútalo, cierra los ojos, siente el aroma.

Como no me ves, ni sabes donde vivo, quiero que sepas que:

Cada grano viene de una finca en medio de una montaña verde, escucho el rumor de la quebrada, algunos perros ladran a lo lejos y la vista te robaría el aliento.

Estoy muy joven y tengo muchos sueños, crecí acá y por un momento tuve la oportunidad de elegir un futuro diferente en la ciudad.

Sin embargo, quise creer que el campo aún era un sueño posible, que no tenía que empacar las maletas para irme lejos, que no tenía que sentarme en una gran compañía en un escritorio, que podía elegir estas montañas como oficina y que había alguien al otro lado que podía creer también en mí.

No puedo negarte que a veces tengo miedo de no lograrlo y que mi futuro puede ser todo un viaje lleno de incertidumbre, pero mi motor es algo que seguro también has llegado a sentir, quiero hacer lo que amo para no sentir que estoy trabajando.

Quiero contarte que aún en los días largos, el cansancio de hacer lo que amo no se compara al cansancio de hacer algo que no disfrutaría y eso aquí y ahora lo vale absolutamente todo.

Quiero seguir sintiendo que el día se hace corto y pasa volando siendo feliz.

Me doy cuenta que puedo encontrarme pensando en ti todo el tiempo solo para buscar la manera también de hacerte feliz aún sin conocerte.

Gracias por darme la oportunidad de conocernos en esta taza.

Levantarse cada día al otro lado del mundo para sembrar cada árbol y recoger cada grano no es una tarea sencilla, hay tantas historias y desafíos que no podrías ni siquiera imaginarlo.

Esto no lo ves en una serie de Netflix, pero es toda una aventura.

Te regalo esta historia para que sepas por qué mi café no vale un dólar, para mí… vale una fortuna.

¡Felices cafés!